El triunfo
en 2000 en unas elecciones impecablemente democráticas de Vicente Fox (Ciudad
de México, 1942), candidato presidencial del derechista Partido Acción Nacional
(PAN), significó para México, más que un mero cambio de Gobierno, el final de
71 años de régimen político monopolizado por el Partido Revolucionario
Institucional (PRI).
En sus seis
años de mandato, la falta de mayoría legislativa dejó en el tintero importantes
reformas estructurales y constitucionales, mientras que otras mudanzas de
calado que sí vieron la luz, como la reforma tributaria, no dieron los frutos
esperados. El desbloqueo parlamentario del nuevo marco jurídico para Chiapas,
la Ley sobre Derechos y Cultura Indígenas, no satisfizo a los insurrectos
zapatistas. Por otro lado, el sobrio crecimiento económico, ligado a la
coyuntura en Estados Unidos y a los precios del petróleo, aunque acompañado,
eso sí, de salud financiera, estabilidad cambiaria y una inflación históricamente
baja, dificultó la corrección de los déficits sociales.
En política
exterior, Fox, pese a su defensa del libre comercio y a sus presumibles
afinidades con George Bush, no consiguió arrancar de Washington un acuerdo
migratorio tras los atentados del 11-S, que agudizaron las preocupaciones del
vecino norteño por la seguridad fronteriza.
El ex
presidente en 2013 se retrató a sí mismo como el mejor presidente en la
historia de México, "incluido Benito Juárez", y en 2014 recriminó a
su sucesor, Calderón, que desplegara al Ejército para combatir el narcotráfico.
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